Contrariamente a lo que se ha dicho en algunas ocasiones. la actividad política durante los años cuarenta fue muy importante en la vida de los exilados, pues mantuvieron vivos y activos la mayoría de los grupos y asociaciones políticas existentes en la España Republicana. Hay que señalar en esa actividad política la notable participación de mujeres, absolutamente olvidada hasta el presente.
Una minoría de mujeres ya politizadas continuó activa en el exilio; a este grupo se incorporaron en los años cuarenta parte de las jóvenes generaciones del exilio. El Partido Comunista fue en este periodo la organización que consiguió aglutinar al mayor número de mujeres en tomo a su política, contando para ello con otras estructuras como la Unión de Mujeres Españolas (UME), organización que llevó a cabo una importante labor de solidaridad antifranquista en los años cuarenta y cincuenta Sin embargo, en comparación con la actividad desarrollada por las mujeres durante la Guerra Civil, en los años del exilio se produjo un descenso en la incorporación de las mujeres a la actividad pública, motivado por el diferente contexto social al que tuvieron que adaptarse y por las obligaciones familiares que debieron afrontar.
La actividad política es otro elemento que, al igual que la educación, contribuyó a reforzar el sentido de pertenencia al grupo español exilado. Los partidos políticos actuaron como núcleos en tomo a los cuales se articulaban las relaciones sociales entre los exilados y las exiladas. La preocupación por la situación política de España y la esperanza en el regreso unía en estos años a los exilados, incluso a los más jóvenes, mientras que los aislaba del ambiente mexicano.
Catedral de México y capilla del Sagrario (México D. F.)
En la política las mujeres asumen las pautas de comportamiento patriarcales, representando un papel subordinado y dependiente de los hombres. La propia Unión de Mujeres, en su forma de entender la lucha femenina conservó los mismos planteamientos de la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) durante la Guerra Civil. Partía de la base de aceptar el sistema de géneros socialmente impuesto, manifestando la existencia en sus ideas de una 'conciencia femenina' que anteponía la lucha por los intereses sociales y políticos a la lucha por los derechos y reivindicaciones de las mujeres. Se trata por tanto de unos planteamientos conservadores, en el sentido de que apenas evolucionan con respecto a los años de la Guerra Civil.
En síntesis, la Guerra Civil y el exilio deben ser vistos como dos partes de un mismo proceso político y social, pues ambos cambiaron de forma radical la vida de sus protagonistas, al modificar sus condiciones de vida, transformando tanto sus núcleos familiares y la vida privada como las actividades públicas que podían desarrollar.
El análisis de la actividad laboral de las mujeres en el exilio demuestra una estrecha relación con su situación familiar, con la división genérica del trabajo en ella y con su estado civil. Ello es apreciable en las considerables diferencias entre el empleo asalariado que ejercían las jóvenes solteras y el trabajo a domicilio de las amas de casa viudas y casadas.
El trabajo remunerado que realizaron las exiladas en México fue una contribución económica esencial a su grupo doméstico, poco valorada por todos, incluso por sus propias protagonistas, pues era considerada una tarea secundaria frente a sus obligaciones domésticas. Sin embargo, esta actividad laboral ayudó al éxito económico de los exilados españoles en México, visible en los años cincuenta.
Pese a la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, el período del exilio representa una vuelta a los roles femeninos tradicionales, relacionada con las distintas condiciones sociales que tuvieron que afrontar al perderse la República en España. Sólo una minoría de mujeres profesionales continuaron ejerciendo una actividad pública destacada en México.
La educación y la política del exilio nos muestran cómo en estos procesos se transmiten, entre otras cosas, las pautas de conducta del género, que tienden a reforzar el papel subordinado de las mujeres en la sociedad. Por otra parte, hemos visto que el surgimiento en México de unas escuelas propias, de una actividad política enfocada hacia España, junto a unas instituciones culturales especificas, permitió el desarrollo de un sólido colectivo exilado basado en la identidad étnica y cultural, si bien la fuerte red de relaciones sociales entre sus miembros, trajo consigo que la integración en la sociedad mexicana de los refugiados y refugiadas españoles de la primera generación fuera parcial e incompleta.